Estrategia Empresarial y Sostenibilidad: Desafíos en la Cadena de Valor

Cómo integrar prácticas responsables en cada eslabón, desde los proveedores hasta el cliente final

En el entorno empresarial actual, la clave para alcanzar la excelencia va más allá de gestionar recursos y procesos de manera lineal. El concepto de cadena de valor cobra protagonismo al sumar, además de la logística básica y la relación con los proveedores, una serie de acciones orientadas a generar un impacto social, ambiental y de gobernanza (ESG). No basta con limitarse a garantizar la entrega de insumos y la producción de bienes o servicios: hoy se exige que cada eslabón aporte valor real y diferenciación competitiva.

En este webinar, se destaca la importancia de evaluar quiénes son nuestros actores clave en la cadena, en particular los proveedores (conocidos como Aguas Abajo) y la distribución (Aguas Arriba). Más allá de la mera transacción, las empresas exitosas están fomentando la innovación y la colaboración con sus proveedores, por ejemplo, capacitándolos en uso de materiales orgánicos o apoyándolos en la adopción de tecnologías limpias. Así, se reducen riesgos reputacionales y se facilita el cumplimiento normativo que exigen estándares como GRI o SASB, donde se pide evidenciar la relación con la cadena de valor y los impactos significativos que derivan de esa interacción.

Un ejemplo práctico se ilustra con el caso de una empresa de café: desde la semilla y el cuidado en la finca (donde deben primar prácticas agrícolas sostenibles y precios justos para los productores), pasando por los procesos de recolección y tostado (con énfasis en optimizar recursos y reducir emisiones), hasta llegar a los canales de distribución y la experiencia del cliente final (donde se promueven empaques biodegradables y la trazabilidad completa del producto). Estas acciones, aunque requieren inversión y trabajo conjunto, permiten diferenciar la marca, captar la atención de mercados más exigentes y aportar a la sostenibilidad global.

Es esencial reconocer la diferencia entre una cadena de suministro meramente operativa y una cadena de valor que genera beneficios tangibles a la sociedad, al medio ambiente y al crecimiento financiero de la empresa. Al aplicar los criterios ESG, se abren oportunidades de innovación, se fortalecen las relaciones con grupos de interés y se asegura la resiliencia a largo plazo. La adopción de políticas responsables —ya sea en acuerdos de comercio justo con pequeños productores, incentivos para prácticas regenerativas o campañas de sensibilización sobre el consumo— convierte cada tramo de la cadena en un punto de contribución positiva.

En definitiva, la cadena de valor se convierte en el eje estratégico para las empresas que desean prosperar en mercados competitivos y alineados con las expectativas actuales de transparencia y compromiso. El desafío radica en crear sinergias a lo largo de todo el proceso, sellar alianzas duraderas con proveedores y colaboradores, y demostrar, con métricas claras, cómo cada decisión aporta un valor diferencial a la organización y al planeta.

¿De qué manera tu organización está transformando su cadena de suministro en una auténtica cadena de valor, capaz de generar beneficios para el negocio y aportar cambios positivos a la sociedad y al entorno?